
Los ciudadanos tenemos el derecho, todo el derecho, a exigir unos mínimos de salud mental en nuestros gobernantes, y debemos exigirlos en el lugar en el que se cuece el liderazgo: en los partidos políticos.No podemos ni queremos estar sentados ante la configuración un líder meramente cosmético que queda bien ante una cámara de televisión o en una entrevista. Queremos ir más allá. Queremos saber quién es el líder que votamos, qué capacidad tiene, cómo es su salud psíquica, cuáles son sus gustos, qué sabe de nosotros...para buscar el mejor destino a la colectividad a la que representa.