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Un autorretrato sencillo, austero, sólo el busto del artista sobre un fondo oscuro, mirando directamente al espectador de un modo nuevo en la pintura, legó al futuro las facciones severas del viejo Tintoretto. En la directa captación de su rostro, el artista homenajeaba sin duda la nobleza severa e inmediata por el pasado clásico, como buen maestro del Renacimiento. Sin embargo, su interpretación veraz y descarnada de sí mismo, su realismo e introspección psicológica, encerraban tanta modernidad que Manet, casi trescientos años más tarde, lo copió como manifiesto de su propia voluntad renovadora y realista y de la pureza que pretendía para su pintura. De fecha poco anterior a 1588, el pintor rondaba en este autorretrato los setenta años, al haber nacido en 1518. A pesar de su larga barba blanca y de otros signos evidentes de su edad, acababa de ser padre de Lanza, nacida en 1585, y aún le iba a nacer Altura, su última hia, casi a los cuarenta años de su matrimonio. que vivía aún en 1646. Tintoretto, fecundo e innovador artista, fue también fecundo padre. Casado en 1550 con la joven Faustina de' Vescovi, hija del maestre general de Scuola di San Marco, tuvo ocho hijos, Marietta, Giovanni Battista, Domenico, Marco, Perina, Ottavia, Lanza y Altura, tres le siguieron en su profesión: Marietta, Domenico y Marco.