

1603 fue un año fecundo en la vida de Quevedo, pues además de los opúsculos festivos que hacen las delicias de la Corte, escribe una novela satírica a la que llama El Buscón. Es precisamente uno de esos opúsculos, El sueño del infierno, el filón del que saldrá durante años su inspiración más profunda y el vehículo perfecto de su mordacidad.
Quevedo escribió otros «sueños» de contenido atrevido y jocoso. Fueron publicados en en 1627 con el nombre de Sueños y Discursos de Verdades Descubridoras de Abusos, Vicios y Engaños, en todos los Oficios y Estados del Mundo. Por su contenido atrevido y jocoso tuvieron un éxito fulgurante en vida del autor.
Introducción de Encarnación Tabares, Universitat Leipzig, y José Juan Batista, Universidad de La Laguna.