

"...Nos fijamos, buscamos algún grupo que vaya hacia el lado de astilleros que nos interesa, el más próximo a los tinglados. Fede localiza uno. Alla, dice. Cruzamos en diagonal, esquivando un par de coches. Son siete u ocho. Llevan bocadillos bajo la axila, termos y fiambreras, fuman y apenas hablan entre sí. Esperamos a que nos rebasen un poco, y apenas lo hacen nos unimos a ellos, los seguimos a corta distancia. Nos identifican. En seguida nos cobijan, permiten que nos acoplemos como si lo hiciéramos en un banco de peces. Unos me hace un gesto y le correspondo con una sonrisa. Es la manera de infiltrarnos. Hoy habrá leches, dice otro, hay que tener cuidado. Miro por encima del hombro hacia el furgón: siguen ahí, a la espera. Hay otro furgón un poco más allá, que acecha, que aguarda pacientemente. Ellos no fallan nunca, permanecen a la espera. Son los primeros en llegar y los últimos en irse..."
Esta nueva colección de relatos confirma a Miguel Herráez como uno de los más clarividentes cronistas de la transición política española, de su vida cotidiana, eso que ha dado en llamarse memoria colectiva.