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Desde el bellísimo relato de incesto como acto voluntario en “Ana, sopor…” hasta el Nathanael de “Un hombre oscuro”, contrafigura del Zenón de Opus nigrum, o el Lazare de “Una hermosa mañana”, encontramos en este libro del genio vivo de Marguerite Yourcenar.
Jean d`Ormesson dedicó a Marguerite Yourcenar, en su discurso de respuesta en la Academia Francesa, las siguientes palabras: “Si hubiera que caracterizar con una sola palabra el conjunto de su obra, no lo dudaría un momento: Yourcenar o el saber, naturalmente. Yourcenar o la serenidad, sin duda. Pero sobre todo, Yourcenar o la altura, Yourcenar o la elevación.”