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Maldoror, un sello que es garantía de calidad tanto en la selección de los autores como en el diseño de sus libros, se ha empeñado en la publicación en español de la obra completa del polaco Bruno Schulz (1892-1942).Tras la edición de Las tiendas de canela fina (1934) -posiblemente su obra maestra- y de El sanatorio de la Clepsidra (1937), se edita la totalidad de sus ensayos, donde el narrador y crítico Schulz da buena cuenta de su lucidez y originalidad.
El libro recoge una serie de artículos, fundamentalmente de crítica literaria, aparecidos en distintos medios periodísticos a finales de los treinta. En todos ellos, Schulz muestra su notable capacidad analítica, su vena filosófica o especulativa (véase La mitificación de la realidad) y su valentía para postular una nueva tesis para la comprensión de un determinado autor (véase el epílogo a El proceso, de Franz Kafka) o, incluso, para criticarlo sin piedad (pocas veces he leído una crítica tan demoledora como la que escribe sobre una novela de Jo van Ammers-Küller).
Claro que también hay elogios desmedidos, como el que dedica a Hierba nueva, de Giono, o al Ferdydurke, de Gombrowicz; o textos menos exaltados, como su reflexión sobre el Diario de un cura rural, de Bernanos. Pero Schulz no suele andarse con chiquitas en ningún caso y va siempre al núcleo del libro que debe reseñar, que desmenuza con una extraña mezcla entre el rigor y la pasión: las dos cualidades que hacen de él un gran literato.