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En su prólogo a “Sara y la orgía urbanística del Km.0”, libro primero de CANTOS DE PIEDRA Y AGUA, Juan Barranco (ex alcalde de Madrid y senador) dice que bien pudiera haberse presentado al premio “La sonrisa vertical”.
Pero, al margen de la ficción erótica de la novela, su interés se acrecienta, hoy, tanto más cuanto su escenario (el de las dos Españas que ya compiten con las tópicas de derechas y de izquierdas) va adquiriendo mayor relevancia. Me refiero al de las dos Españas que no pueden vivir la una sin la otra: la vaciada, y la colmatada o urbana.
El autor habla de las dos, testimonialmente, en su calidad de arraigado nativo rural emigrado a Madrid en los años cincuenta y funcionario capitalino experimentado en la gestión de sus polémicos planes urbanísticos; razón por la que algunos dicen que sus cinco libros son autobiográficos.
En “Sara y la orgía urbanística del Km.0”, el protagonismo lo asume el benjamín díscolo de un rancio notario rural. Tras numerosas peripecias como funcionario incorrupto y variadas experiencias amorosas, pasa bajo el más simbólico arco de triunfo franquista conduciendo su Mercedes blindado a más de 250 km/h. para estrellarse, intencionadamente, contra el inmediato edificio de la Junta Municipal de Moncloa. Ante la sorpresa de quienes acuden a socorrerle, renace entre los escombros para presidir el “Consorcio para el Desarrollo Urbanístico de Madrid”, un todopoderoso organismo que nadie sabe donde se localiza, pero sí de quien se nutre: oriundos de la España vaciada, fundamentalmente.