

Burgess asumió el reto de escribir una novela sobre Jesús, sus discípulos y la forma en que éstos se las ingeniaron para transmitir la Buena Nueva a todo el mundo conocido.
La empresa no era fácil para el escritor: había que caminar sobre un filo tendido entre un tono excesivamente frío o distante y el encandilamiento ante la leyenda; enfrentar a Pablo (la figura central del relato) con Calígula y Nerón evitando el maniqueísmo.
Pero el autor de La naranja mecánica supo salirse con la suya: El reino de los réprobos ha sido unánimemente reconocida como una obra maestra de su género; la prestigiosa revista Publishers Weekly dijo: Probablemente la mejor novela histórica sobre ese período que se haya escrito jamás.
El reino de los réprobos se inicia allí donde “la historia más grande jamás contada” finaliza y comienza la tarea más ardua, es decir, los hechos de los apóstoles. Burgess narra con enorme vividez el siglo I de la era cristiana, el siglo en el que se produjo la mayor transformación de la historia de Occidente. La novela va y viene de Jerusalén a Roma, narrando, en paralelo, la vida, depravación y muerte de los césares, a la vez que la vida de los apóstoles en su periplo evangelizador, no carente de grandes peligros, persecuciones y martirizaciones. El relato recorre un arco que va desde la ascensión de Cristo a los cielos y termina con la destrucción del templo de Jerusalén por las tropas de Tito, y la erupción del Vesubio, en el año 79, cuando el volcán derrama su fuego inclemente sobre Pompeya.