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“Algo en la carne de Averroes, cuyos antepasados procedían de los desiertos árabes, agradecía la constancia del agua” (Jorge Luis Borges, “En busca de Averroes", El aleph).
Ibn Rushd, latinizado como Averroes, desterrado en el pueblo cordobés de Lucena, narra su vida. Ha sido jurista, médico del califa, astrónomo y filósofo. Ha vivido mucho y ahora en su vejez reflexiona sobre el pasado. Ha traducido del griego a Aristóteles y escrito unos extensos Comentarios sobre su obra, que pasarán a la Europa cristiana traducidos al latín y el hebreo. Estos comentarios ayudarán a Europa a salir de los años oscuros dominados por la escolástica y abrirse al Renacimiento.