

En este libro podemos encontrar un estudio sobre la política exterior en esa etapa fundamental de nuestra historia contemporánea surgida al instaurarse el régimen liberal. Los gobiernos isabelinos iban a limitar su acción en política exterior a su relación con las dos potencias liberales del momento, Francia y Gran Bretaña. Centrándose en las relaciones con esta última, el autor reconoce que el conocimiento de estos años (1833-1839) se ha basado demasiado tiempo en la historiografía liberal del XIX, y que aquellas fuentes suelen provenir del lado vencedor que, además, no escapa al tono de exaltación romántica propio de la época. Las circunstancias económicas, financieras, sociales, políticas e ideológicas que concurren de forma simultánea en Gran Bretaña y España van modificando las relaciones entre ambas naciones, que tras la muerte de Fernando VII se estrechan. Las fuentes diplomáticas aquí empleadas son del todo inéditas o prácticamente desconocidas en muchos casos. Su origen se encuentra en las 1.500 cartas que el embajador inglés en España envía a Palmerston, a su familia y amigos, y en las que describe la situación social, política y económica de España.