Controvertido, polémico, héroe para algunos y villano para muchos, seguir la estela siempre enigmática de Hernán Cortés es darse de bruces una y otra vez con sentimientos encontrados, con ese olvido al que tanto México como España ha condenado a aquel que con un puñado de hombres sometió al impresionante y sanguinario Imperio azteca. Han pasado casi quinientos años de esa hazaña, una de las mayores epopeyas de la historia, pero su figura sigue siendo objeto de encendidas polémicas a causa de un puñado de tópicos que pocos se esfuerzan en abordar de forma ecuánime. El autor recorrió en septiembre de 2002 los lugares que pisó Cortés camino de Tenochtitlan, la actual capital federal, y este libro, cargado de emociones, de kilómetros y de constantes miradas a un periodo de la historia tan incógnito como apasionante, es el fruto de esa singladura alentada por su amor hacia México, un país fascinante y contradictorio. En las páginas de Hernán Cortés. Los pasos borrados están recogidos sus principales baldones eso sí, no juzgados con parámetros del siglo XXI, pero también sus silenciados logros que, sin duda, fueron numerosos. 

Algunas voces abogan ya en México por dejar de dar la espalda a su figura. El autor del presente trabajo, más modesto, se conformaría con que el lector conciliase una visión más serena del conquistador y que en ese equipaje siempre lleno de atrocidades se incluyese, también, su contribución injustamente marginada a alumbrar el México moderno. Esta es la historia de un hombre que marcó los designios de un tiempo único, cuyos actos continúan encumbrándole a los altares de los grandes exploradores de la historia, o haciéndole caer a los abismos del olvido más cruel.